Si el
diagnóstico es que hay polarización y la misma avanza, la pregunta entonces es:
¿quién gana con la polarización? Ganan los dos, Macri y Cristina. ¿Ganan
igualmente los dos? ¿A qué polo le conviene más polarizar? Y otra pregunta un
poco más sutil: ¿De qué modo condiciona esa polarización a los polos? ¿De qué
modo condiciona la forma que tienen estos polos el hecho de que la competencia
esté polarizada?
Si uno revisa
las encuestas hay un diagnóstico que empieza a generar cierto consenso: Macri parece haber encontrado su piso, su
imagen parece haber caído al límite aparentemente y habría una recuperación y
una estabilización en torno al 40% más o
menos en Provincia de Buenos Aires; y el otro dato es que Cristina habría
llegado a su techo, en torno al 30% o 35% según quién mida y cómo se mida. Eso
sería el dato, Macri llegó a su piso y Cristina habría llegado a su techo en
términos electorales. Si esto es verdad, está claro que la
polarización le conviene más al macrismo ya que es un buen dato haber encontrado el
piso y no es un buen dato haber encontrado el techo. Así, la polarización
pareciera que hoy empieza a rendirle frutos al gobierno. El gobierno a partir de
esta estrategia parece que detuvo su caída, y si bien también favoreció al
kirchnerismo y consolidó el liderazgo de Cristina, o mejor dicho, despejó las
dudas en torno a su liderazgo; la polarización le habría servido (más) al
gobierno.
¿Qué forma toma
esta polarización? Ya es un lugar común. Mientras que el kirchnerismo intenta
(tal como lo hizo en 2015) que esta polarización tome la forma de dos modelos
sociales, económicos y político antitéticos. Uno populista y otro liberal. Uno
progresista, a favor de las mayorías y otro neoliberal, de concentración de la
riqueza. El macrismo intenta polarizar de otro modo y eso parece ser lo que se
ha impuesto en estos días: polarizar entre el pasado y el futuro. Situar al
kirchernerismo en el lugar del pasado y presentarse ellos (a pesar que ya son
presente, continuar) en el lugar del futuro. Lo que le permitiría seguir
ocupando aún ese lugar de “futuro” al gobierno tiene que ver con la efectividad
de la idea de la pesada herencia. Todavía el gobierno no se pudo desplegar en
su voluntad política como consecuencia de esa pesada herencia, por lo tanto
todavía hay margen para tener expectativas y eso es lo que el gobierno
pareciese querer despertar con la estrategia de la polarización.
Dadas así las
cosas, ¿cuáles serías las posibilidades del kirchnerismo de romper con el
techo? Que el kirchnerismo haya encontrado su techo quiere decir que el
kirchnerismo está vinculado a algo que pasó, que ya sucedió, algo que ya
pudimos conocer. Entonces, la capacidad de identificación, de interpelar, de
movilizar, de un proyecto político que hizo una determinada cantidad de cosas
ya encontró su techo, por lo que el kirchnerismo no puede seguir pretendiendo
romper ese techo a partir de lo puramente reivindicativo. Seguir puramente reivindicando solo va a seguir movilizando a los ya
movilizados. El kirchnerismo depende para poder romper con su techo hoy, de
poder desprenderse en algo de lo que fue para poder representar algo más de lo
que fue. Tiene que procurar despertar una expectativa de futuro. No puede ser
puramente reivindicativo, porque esa lógica ya llegó a su techo. En ese contexto hay que entender el “me
excluyo de Cristina”. Cuando Cristina dice eso, dice me excluyo si es que mi
nombre propio opera en esta lógica, si mi nombre propio es un impedimento para
discutir al macrismo o para discutir lo que hay que hacer de ahora en más a
partir del macrismo, si mi nombre propio implica un anclaje a lo que mi
gobierno fue y nos vamos a pasar discutiendo y defendiendo lo que ya hicimos,
entonces me excluyo. Cuando Cristina dice “yo me excluyo”, dice me excluyo como
nombre propio que representa algo. Por lo tanto, la posibilidad de Cristina de
seguir liderando el espacio va a depender de la capacidad de que su propio
nombre represente algo más que su biografía individual. Recordemos, como ejemplo, las entrevistas que Filmus le hizo a los presidentes en 2009. En la entrevista a Chavez le
preguntó algo así ¿cuáles fueron las cosas que más te costaron del poder? ¿Cómo
se vio afectada tu vida? Y Chavez respondió que “una de las cosas que más me
costó entender es que ya no me pertenezco, que Hugo Chavez ya no soy yo”. ¿Qué quiere decir eso? Que Hugo Chavez ya no
representa un individuo, una biografía, una historia concreta, sino que
representa muchas más cosas. De eso depende la capacidad de Cristina hoy. Por
lo tanto, la capacidad de representar ese sector de la oposición, que es la oposición es la capacidad de representar algo más de lo que estrictamente fue.
De lo que se trataría es que la expresión “vamos a volver”, “que vuelva
Cristina”, “que vuelva el kirchnerismo” se transforme cada vez, vaya perdiendo
cada vez más su contenido literal, que no sea una vuelta al pasado sino que sea
una metáfora, que sea el nombre de algo nuevo, no de algo pasado, de algo
viejo, que ya sucedió.
¿Qué estamos
viendo que está pasando en el kirchnerismo por estos días? lo que ha pasado en estos días es que se puso en evidencia que con
el kirchnerismo solo no alcanza para ganar por ejemplo una elección
presidencial porque ya está en su techo; pero lo que también está claro, y va a
tender a fijarse con el paso del tiempo, es que la suerte de un proyecto
popular en Argentina está atada a la
suerte de Cristina. Esto es, no puede haber un proyecto popular exitoso en
Argentina en el contexto de deterioro de la imagen de Cristina, no puede pasar,
no hay margen para ello. Si la figura de Cristina, la imagen de lo que el
kirchnerismo cae en el absoluto desprestigio, los sectores y proyectos
populares pierden toda capacidad de interpelar a las mayorías.
Ahora apareció Randazzo, apareció sin aparecer pero apareció, hay muchos que hablan en nombre de él. Y de los muchos que hablan en nombre de él, hay uno que es Alberto Fernández. Este último que estaba en la oposición al cristinismo, que era un claro anticristinista, hoy dice sobre Cristina “yo no suscribo, yo reivindico al primer gobierno, estoy en contra del segundo, me parece que se cometieron errores y no creo que el kirchnerismo haya sido un plan sistemático de delincuencia” ¿Qué muestra eso? Que lo que va a empezar a pasar ahora dentro del peronismo (o del kirchnerismo, que son lo mismo) es que la figura de Cristina va a ir cobrando cada vez más ambigüedad y por lo tanto va a ir habilitando una pluralidad de posicionamientos, desde lo puramente reivindicativo (el militante de La Cámpora, el estereotipo) hasta un Alberto Fernández. Las formas de vincularse con ese liderazgo, las formas de vincularse con lo que el kirchnerismo fue van a ser cada vez más ambiguas a medida de que haya más apropiaciones singulares.
Otra cosa que se demostró en estas dos semanas es que por fuera del kirchnerismo no hay peronismo relevante. Ni en términos electorales, ni en términos de sujeto colectivo. Eso explica el éxodo de dirigentes. Hoy el massismo se está quedando sin peronismo, y (eso se va a acentuar) en la medida que el kirchnerismo dé más posibilidades para integrase ahí, dé más posibilidades de posicionarse de manera distinta frente a lo que el kirchnerismo fue (que la única alternativa no sea la pura reivindicación de todo). Randazzo está dando todos los pasos que alguien que pretende transformarse en un líder progresista, populista, opositor tiene que dar. Esos pasos incluyen romper el propio techo y para eso hay que ganar cada vez más ambigüedad en términos de discurso, no ser puramente reivindicativo. Además, Randazzo tiene mucha legitimidad para hacerlo, porque lo último que le escuchamos decir es que Scioli era el candidato de las corporaciones dentro del kirchnerismo. Nunca hizo anticristinismo como si hicieron otros en el último tiempo. Por lo que, Randazzo tiene un lugar de relativa legitimidad y la capacidad de liderar va a depender de su capacidad de sumar. Si la mesa chica del kirchnerismo piensa sobre Randazzo lo que piensa Sabatella, se van a volver a equivocar, como ya se equivocó anteriormente.
Ahora apareció Randazzo, apareció sin aparecer pero apareció, hay muchos que hablan en nombre de él. Y de los muchos que hablan en nombre de él, hay uno que es Alberto Fernández. Este último que estaba en la oposición al cristinismo, que era un claro anticristinista, hoy dice sobre Cristina “yo no suscribo, yo reivindico al primer gobierno, estoy en contra del segundo, me parece que se cometieron errores y no creo que el kirchnerismo haya sido un plan sistemático de delincuencia” ¿Qué muestra eso? Que lo que va a empezar a pasar ahora dentro del peronismo (o del kirchnerismo, que son lo mismo) es que la figura de Cristina va a ir cobrando cada vez más ambigüedad y por lo tanto va a ir habilitando una pluralidad de posicionamientos, desde lo puramente reivindicativo (el militante de La Cámpora, el estereotipo) hasta un Alberto Fernández. Las formas de vincularse con ese liderazgo, las formas de vincularse con lo que el kirchnerismo fue van a ser cada vez más ambiguas a medida de que haya más apropiaciones singulares.
Otra cosa que se demostró en estas dos semanas es que por fuera del kirchnerismo no hay peronismo relevante. Ni en términos electorales, ni en términos de sujeto colectivo. Eso explica el éxodo de dirigentes. Hoy el massismo se está quedando sin peronismo, y (eso se va a acentuar) en la medida que el kirchnerismo dé más posibilidades para integrase ahí, dé más posibilidades de posicionarse de manera distinta frente a lo que el kirchnerismo fue (que la única alternativa no sea la pura reivindicación de todo). Randazzo está dando todos los pasos que alguien que pretende transformarse en un líder progresista, populista, opositor tiene que dar. Esos pasos incluyen romper el propio techo y para eso hay que ganar cada vez más ambigüedad en términos de discurso, no ser puramente reivindicativo. Además, Randazzo tiene mucha legitimidad para hacerlo, porque lo último que le escuchamos decir es que Scioli era el candidato de las corporaciones dentro del kirchnerismo. Nunca hizo anticristinismo como si hicieron otros en el último tiempo. Por lo que, Randazzo tiene un lugar de relativa legitimidad y la capacidad de liderar va a depender de su capacidad de sumar. Si la mesa chica del kirchnerismo piensa sobre Randazzo lo que piensa Sabatella, se van a volver a equivocar, como ya se equivocó anteriormente.
Lo que estamos intentando
mostrar es cuáles son las posibilidades a partir de la distribución ideológica
de la ciudadanía, de lo que está pasando con los movimientos políticos al nivel
de la ciudadanía y los electores. Recordemos, como nota de color, que también el peronismo siempre necesito
de otros actores para construir mayoría. Desde el ’45 siempre fue así. Con los
puros seguidores no alcanzó nunca para ganar una elección en Argentina.
Link a la columna: https://goo.gl/x5ZjPa
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