El domingo fueron las
elecciones Generales y, al parecer, las mediciones volvieron a fallar. Los
valores promedio de un conjunto de encuestas que anduvieron en circulación,
elaboradas y difundidas por diferentes agencias de investigación de opinión
pública, para el total nacional, fueron: Alberto Fernández 52.6%, Mauricio
Macri 32.6%, Roberto Lavagna 7.9%. Así también las bocas de urnas que
circularon midieron, en promedio, AF 51.5% MM 36% y RL 7.5%.
Esta falta de aciertos
podría interpretarse como señal de que el sector de la investigación política
electoral ad hoc es como cualquier otro puñado de PyMEs en contextos críticos.
Precarizadas, vapuleadas, exigidas a dar respuestas predictivas sin las
herramientas suficientes, las consultoras una vez más alcanzan a medir a la
población que responde encuestas sin lograr interrogar a quienes por diversos
motivos no responden encuestas. Eso
redunda en que los resultados obtenidos sean, en la mayoría de los casos,
similares entre sí, ya que las diferentes mediciones promedian en un rango no
tan elástico, pero diferentes respecto de la realidad. El riesgo latente se
vuelve más manifiesto: los muestreos están “panelizados” y el alcance de las
mediciones, en términos de diversidad subjetiva, es acotado. Es eso, o lo que fallan
son los escrutinios y no las encuestas.
El hecho de que en las
PASO el sesgo haya sido más favorable a Macri, mientras que para las Generales
arrojaron un resultado más generoso para Fernández, demuestra que algunos de
los problemas están vinculados a las herramientas de trabajo de campo, mientras
que otros están vinculados al uso creativo y político que se hace con esos
resultados imprecisos. Es en este escenario donde debemos pensar y reformular
el rol de la investigación predictiva de resultados electorales y su uso entre
los usuarios del campo político. En ese sentido afirmamos, nuevamente, que los
números extraídos de las estadísticas sociales no son, bajo ningún punto de
vista, una verdad revelada pero si son francos orientadores. Las revelaciones
se ubican en la capacidad de analizar dicho dato articuladamente, pensarlo
situado en el contexto social, político, y sobre todo histórico. Es decir, las
revelaciones son, o deberían ser, interpretaciones del fenómeno en toda su
complejidad. Por ello, es válido pronunciarse, desde una editorial como la
nuestra, el día después de las elecciones, identificando varios interrogantes
que los resultados despiertan y que nos urge responder. En esta oportunidad nos
centraremos en dos preguntas: ¿por qué acortó distancia Macri?, ¿por qué sucede
lo que sucede en Córdoba?
Acortando distancias
Si bien es mejor
esperar los resultados definitivos para el análisis fino, a partir del
escrutinio provisorio (que tiene los datos del 97.13% de las mesas) podemos
estimar que MM tuvo 2.6 millones de votos más que en las PASO, lo que resultó
equivalente a unos 7 puntos más. AF tuvo unos 600.000 votos más que en las
PASO, pero que resultaron en un punto menos al ampliarse la base de votantes.
Hubo unos 2 millones de nuevos votantes y unos 300.000 que votaron a candidatos
que no pasaron las PASO.
Podemos estimar que de
esos 2.6 millones, 400.000 fueron votantes de Lavagna en las PASO y otros
400.000 lo fueron de Espert y Gómez Centurión. El restante 1.8 millones
debieron venir de nuevos votantes y de los que no pasaron las PASO. Queda claro
que MM capturó una amplia mayoría de los nuevos votantes, podemos estimar unos
1.7 millones. Así mismo, estimamos que la mitad de los 600.000 votos extra que
tuvo AF provinieron de votantes de la izquierda en las PASO mientras que la
otra mitad de nuevos votantes.
¿Cuales fueron los
resortes para que MM creciera? Si tomamos la campaña como orientador de la
búsqueda de respuestas encontramos a Macri: 1. Abandonando sus función de
presidente para pasar el tiempo exclusivamente siendo candidato en la gira
arengadora “Sí se puede”. 2.
Volviendo a hacer anti-kirchnerismo explícito, o más aún, anti-cristinismo; lo
que implicó un corrimiento de la amenaza que buscaba fundar miedo y el retorno
al recurso del odio. 3. Asumiendo su posición en contra del derecho al aborto,
declarándose pañuelo celeste, a favor de las dos vidas (sic).
Estos ejes que
caracterizaron la comunicación de campaña pueden entenderse, en una lectura
rápida, como mensajes desprovistos de novedad. Mensajes para los propios,
hechos para blindar el electorado con contenidos colmados de redundancias. Sin
embargo, lo cierto es que Macri no solo
confirmó su núcleo duro sino que también logró extender su alcance electoral. Creció
7 puntos respecto a las PASO 2019 y 6 puntos respecto de las Generales 2015.
Esto indica que, al parecer, hay en este mensaje alguna novedad. Planteamos
como hipótesis que la novedad que vino a traer la campaña del oficialismo,
entre las PASO y las Generales, se situó en la radicalización de posiciones. Un
radicalización que organizó el campo ideológico y conceptual del macrismo de
modo tal que, por ejemplo, nadie en contra del derecho a abortar pudo dudar de
que el candidato afín con mayores chances no era Gómez Centurión, y tampoco
nadie pudo dudar de que el antiperonista neoliberal mejor posicionado sería
Macri y no Espert. Se funda así, por sobre la polarización, un bipartidismo: a
la derecha de Macri la pared. Macri
mediante la radicalización de su mensaje logra cooptar electores que votaron
otras figuras como también logra llamar a participar a nuevos electores.
Complementariamente, podemos decir que las dos figuras que exacerbaron
posiciones anti - aborto y neoliberales hicieron una concesión: Espert y Gómez
Centurión prepararon al electorado para la migración de votos hacia Macri,
inhibiendo así la fuga de electores hacia otros espacios, electores que
probablemente hayan sentido en carne propia el deterioro de la calidad de vida.
Otro punto importante
que hay que destacar fue como se dió el incremento de la participación. Consideramos que más personas asistieron a
votar producto del imponente trabajo territorial que el oficialismo desplegó.
Los “defensores del cambio” trabajaron de un modo mucho más organizado que los
“voluntarios” del 2015, se movilizaron los aparatos municipales y se promovió
el acceso a las urnas a personas mayores de 65 años, entre otras poblaciones
que incrementaron su participación promedio (privados de la libertad,
hospitalizados).
Qué te pasa Córdoba
En el caso de Córdoba,
MM obtuvo unos 380.000 votos más que en las PASO mientras que AF tuvo apenas
unos 20.000 votos más. En puntos porcentuales, MM creció 11 puntos mientras que
AF bajó 2 puntos. Hubo unos 260.000 votantes nuevos y unos 30.000 que votaron a
candidatos que no pasaron las PASO. Podemos estimar que de esos 380.000 que
sumó Macri unos 60.000 vinieron de votantes de Lavagna en las PASO, unos 50.000
de votantes de Espert y Gómez Centurión, y unos 10.000 de los que votaron a
otras fuerzas que no pasaron las PASO. Como a nivel nacional, MM capturó a una
amplia mayoría de los votantes nuevos, a primera vista prácticamente los
260.000. Sin embargo, llama la atención
que AF sólo haya sumado 20.000 votos, cuando hubo unos 30.000 votantes de las
facciones de izquierda en las PASO (FIT y MAS) que no volvieron a votar a esos
espacios en las Generales ¿Hubo más de 10.000 de estos votos que finalmente
fueron a Macri?¿Fueron quizás a Lavagna y la transferencia Lavagna-Macri fue
aún mayor? ¿No hubo prácticamente ningún votante nuevo que haya votado a AF?
Resulta arriesgado suponer que un electorado de izquierda en las PASO haya
cambiado su voto de esta manera, pero también resulta extraño que Alberto
Fernández no haya conseguido una fracción mínimamente relevante de los 260.000
nuevos votantes. Si la proporción fuera como a nivel nacional deberían haber
habido unos 40.000 votantes nuevos para AF. Quizás la respuesta sea que efectivamente en Córdoba una parte de los
votantes de AF en las PASO fueron con Macri o con Lavagna (quien a su vez
debería haber transferido más votos que los que estimamos a Macri) en las Generales y que la afluencia de
otros votantes de izquierda y de votantes nuevos apenas compensó este singular
movimiento. Movimiento que se podría corroborar con más análisis sobre los
resultados definitivos por mesa y que, probablemente, demostraría que el
electorado de AF es aún un electorado dinámico, en transformación, de fronteras
porosas, y que el Frente de Todos es una marca política con las puertas
abiertas. Hay un núcleo duro, pero también hay una extensa zona de grises.
Por último, otro dato
a destacar es la foto de la performance electoral de Hacemos por Córdoba
respecto de las PASO. HxC tuvo apenas 30.000 votantes nuevos, sobre una base de
240.000 votantes nuevos para las listas de diputados, lo que significó obtener
0,6 puntos menos. En cuanto a los cortes de boleta, para las listas de
diputados tenemos que hubo unos 250.000 cortes en la boleta de Juntos por el
Cambio, 170.000 en la del Frente de Todos y 30.000 en la de Consenso Federal.
Podemos estimar que unos 200.000 de los cortes en JxC fueron a HxC, mientras
que, esencialmente, los 50.000 restantes fueron a Encuentro Vecinal Córdoba.
También podemos estimar que 150.000 de los cortes del FdT fueron a HxC,
mientras que los 20.000 restantes fueron al FIT. A su vez, estimamos que los
30.000 cortes de la boleta de Consenso Federal fueron esencialmente para HxC.
Así cierran los números: 200k+150k+30k dan justamente los 380.000 votos que
sacó la lista corta del oficialismo provincial. Por otra parte, la otra lista
corta, la de EVC, tuvo justamente 50.000 votos, mientras que el FIT tuvo un
corte de boleta a favor de justamente unos 20.000 votos. Este panorama refuerza la idea de caracterizar al cordobesismo como un
pacto ciudadano y no como un partido político. Características que
dificultan la articulación más allá del territorio provincial. Además, de cara
a los debates más importantes por venir (IVE, reforma laboral) el cordobesismo,
al parecer, no alcanza a ser del todo necesario. Agregamos a esto, para cerrar,
que una campaña cuyo mensaje es posicionar a Córdoba en actitud defensiva,
amenazada, tiene a todas luces un techo conceptual y electoral.